Arrecia la polémica sobre la posibilidad de que la mujer reciba un sueldo por cuidar de su familia y de su hogar
Por Elvira de Miguel
Es el colectivo profesional más numeroso del país. Trabajan una media de entre seis y nueve horas diarias durante la mayor parte de los días del año, y realizan 33 actividades diferentes para desempeñar su labor, aunque, a cambio, no reciben ninguna contraprestación monetaria.
Su función no está reconocida oficialmente, pese a que algunos expertos estiman su cuantificación dineraria en unas 150.000 pesetas mensuales a los precios actuales del mercado laboral.
Sus derechos no han sido defendidos por los colectivos feministas, que están más centrados en los derechos de la mujer trabajadora <<fuera del hogar>>, ni tampoco por ellas mismas. Un 77% de las amas de casa no se cree merecedora de un sueldo (mejor dicho: no se toma en serio esta posibilidad), y un 86% asegura que <<cuidar de los suyos es parte de su responsabilidad>>. ¿A cambio de qué? A cambio de afecto, o como compensación por el dinero que ingresan los maridos todos los meses (pero sus maridos no son el Estado y aquí de lo que se trataría es de que el Estado les hiciera llegar un sueldo).
Discriminación.
Las amas de casa carecen de los derechos sociales que corresponden a cualquier trabajador como, por ejemplo, la pensión por jubilación (sólo tienen derecho a ella las que han cotizado durante un mínimo de 15 años a la Seguridad Social). También sufren discriminación fiscal, ya que no pueden declarar la renta por separado de su marido, contrariamente a lo que se permite a las parejas con dos ingresos y, por tanto, no se pueden acoger a las deducciones fiscales que favorecerían a la unidad familiar.
El Estado considera que sus ingresos son 0 pesetas -en consecuencia, no hay ningún tipo de renta- y no el 50% del sueldo de sus maridos, que es lo dictado por el Código Civil.
En España hay nueve millones de mujeres que son amas de casa. Pero no todas están cortadas por el mismo patrón. Hay importantes diferencias entre ellas según la edad, el nivel educativo, económico y el medio rural o urbano donde residan.
De esta cifra global, 6 millones no desarrollan ninguna actividad profesional y son las que sufren una mayor discriminación. Otros 3 millones, fundamentalmente jóvenes, trabajan también fuera del hogar. Y aunque el 55% de este último colectivo aporta la mitad o más de los ingresos que sustentan a sus familias, recae también sobre ellas la mayor parte de las tareas de la casa (por las que no reciben ninguna compensación económica).
El nivel de ingresos no influye mucho en la intensidad ni en el horario de trabajo de las amas de casa. De hecho, cada vez son menos las mujeres que disponen en su hogar de una persona que les ayude, a cambio de dinero, a realizar las labores domésticas.
En términos generales, las mujeres mayores de 45/50 años pertenecen a distintas generaciones a las que se educó para que se dedicaran preferentemente a la familia. Las actividades que realizan son muy variadas y se pueden dividir en: aprovisionamiento del hogar, cuidado de los niños, limpieza, costura, preparación de alimentos, cuidado de enfermos y ancianos, transporte familiar, reparaciones caseras y representación familiar.
Tareas.
Muchas de las tareas las realizan prácticamente todos los días. Por ejemplo, hacer camas, fregar, preparar comidas, servir la mesa, asear a los niños, cuidar ancianos, etcétera.
Otras, como la compra de alimentos, el repaso de la ropa, la plancha, sacar la basura, cuidar las plantas, realizar gestiones con bancos, comunidades de vecinos y arreglo de electrodomésticos, las llevan a cabo con cierta (mucha) periodicidad.
En función de la hora del día trabajan de cocineras, costureras, fontaneras, enfermeras, administrativas, taxistas, camareras profesoras, comerciales, albañiles o empleadas del hogar.
En cualquier caso, parece muy lógico que las asociaciones de amas de casa se quejen porque se las denomina población inactiva y reclamen entre otras cosas su inclusión en el PIB y un estatuto propio.
El Parlamento Europeo y Naciones Unidas instan a los gobiernos a que adopten una serie de medidas jurídicas y económicas, como su inclusión en el PIB (valorando su trabajo a precio de mercado, esto es: lo que significaría conseguir esos bienes y servicios si hubiera que pagarlos), apoyo al reciclaje profesional que permita la reanudación de una actividad lucrativa, y la individualización de los derechos de la Seguridad Social (lo que les posibilitaría recibir una pensión a título propio).
Las demandas de los colectivos de amas de casa en España van en general por estos mismos derroteros. De hecho, en algunos países han conseguido que se adopten algunas medidas.
En Francia existe ya un Estatuto Social del ama de casa y de la madre que regula su situación, además de dar una ayuda económica al tercer hijo. En Suiza se les proporciona una pensión de jubilación y viudedad y <<bonos educativos>> o pensión por cuidado de niños. En Alemania se tienen en cuenta los periodos de educación de los hijos para el cálculo del seguro de la vejez, e incluso en el País Vasco existe una desgravación fiscal para las amas de casa.
También han surgido algunas líneas de pensamiento entre estos colectivos reclamando un salario para el ama de casa.
Bienes gananciales.
La mayoría de las parejas se casan bajo el régimen jurídico de bienes gananciales, lo que quiere decir que los ingresos familiares son compartidos al 50% por cada cónyuge. Esto puede interpretarse como que en las familias hay una cierta división del trabajo, al menos mientras los niños son pequeños.
A juicio de las organizaciones de amas de casa, la mujer que decide ocuparse de sus retoños debe tener claro que los ingresos que su marido lleve a casa no son algo que éste le otorgue graciosamente, sino un derecho reconocido por la ley, lo que podría considerarse como un cierto salario doméstico, aunque aquí se está hablando de otra cosa.
El sueldo para las amas de casa es una solicitud que plantea algunos problemas de difícil solución. ¿De dónde procederían estos fondos? ¿Quiénes tendrían acceso a él? ¿Todas las mujeres recibirían el mismo salario con independencia de la tarea que realicen en sus hogares y de su nivel social? ¿Los amos de casa también tendrían derecho a estos ingresos?...
Aún hay mucho que discutir.