Entre los hombres se da la tendencia contraria, con un incremento de 8.000 inactivos por labores del hogar
JULIO PÉREZ - VIGO Cambios de mentalidad, de valores, de cómo afrontamos el día a día o enfocamos el futuro... La previsible transformación de la sociedad por la gravísima crisis que arrastra el mundo entero es aún hoy una incógnita que solo el paso del tiempo desvelará. De lo que no cabe duda es del impacto que está teniendo sobre áreas muy concretas y especialmente relacionadas con la economía. Y el mercado laboral es el mejor ejemplo. El incremento disparado en las estadísticas del desempleo, sin que por el momento se vislumbre el freno, viene de la mano de alteraciones realmente impactantes en los roles profesionales. No solo porque los trabajadores más preparados se tengan que conformar ahora con puestos muy por debajo de su potencial, la crítica más utilizada para ilustrar el impacto de la recesión y la necesidad de apostar por un nuevo modelo productivo. El giro llega también al papel que tradicionalmente se reservaba según el sexo. Desde el principio del fin de los años de bonanza, casi 20.000 amas de casa gallegas salieron a buscar un empleo. Curiosamente, los números se dan la vuelta en el caso de los hombres, con un aumento progresivo desde 2008 –8.100 más, hasta los 25.300– de los que se registran como inactivos por labores del hogar.
En total, al cierre del pasado año, las mujeres en la comunidad que exclusivamente se dedicaban al cuidado de hijos y la vivienda se quedó en 209.000, según refleja la última Encuesta de Población Activa (EPA) del Instituto Nacional de Estadística (INE). A efectos oficiales, no cuentan para la tasa del desempleo, al igual que los estudiantes, los jubilados o prejubilados o los incapacitados permanentes. Cuando acabó 2007, todavía en época de apogeo y, por lo tanto, muchas familias en disposición de renunciar a un segundo salario, el volumen de amas de casa ascendía a 228.300. Es decir, 19.300 mujeres inactivas por labores del hogar más que en estos momentos. Con pequeñas oscilaciones en algún trimestre en concreto, el volumen no ha dejado de bajar y, de hecho, varias empresas de trabajo temporal lo han destacado en sus informes recientes como un auténtico "cambio en la sociedad".
Detrás de este comportamiento está el deterioro de la ocupación en Galicia. Mujeres que buscan una oportunidad, muchas incluso sin apenas experiencia anterior, bien porque su pareja se ha quedado sin trabajo o porque los ingresos mermaron tanto que es imposible sostener la economía doméstica. ¿Y por qué ellas lo van a tener más fácil? "Porque el abanico de opciones laborales más precarias, lo que abunda en la crisis, es mayor entre las mujeres", cuentan desde una de la empresas de trabajo temporal más relevantes de Galicia. "Incluso –añade la agente laboral–, es muy habitual que se anoten como activas y mientras esperan un puesto optan a empleos de escasa remuneración y sin estar dadas de alta en la Seguridad Social".
Ocupaciones
Si la realidad práctica, lo que cada jornada se ve en la calle no fuera suficiente, la radiografía de la contratación en Galicia muestra muy claramente la feminización de determinadas ocupaciones frente a la masculinización de otras áreas. Para empezar, mientras en el colectivo femenino los diez oficios con más ofertas de empleo concentran casi el 60% de las contrataciones, entre los hombres el porcentaje es del 46%, según el Instituto Galego das Cualificacións.
De los 325.000 contratos firmados el pasado año en la comunidad por mujeres, casi 42.000 fueron para dependientas, otros 40.000 para limpiadoras, 35.000 para camareras, 21.500 para trabajar en industrias de manufacturas, 12.000 de cocineras, 8.200 para empresas cárnicas y de pescado, otros 8.100 para auxiliares de enfermería, 7.500 para asistencia a domicilio, 6.600 para mecanógrafas y 6.500 para guías y azafatas de eventos. Las tareas de limpieza entre los hombres suponen solo 5.700 contratos el pasado año y el comercio apenas 8.100.